He dicho ya que viajar es una de las cosas que más disfruto en la vida. Pero en ocasiones los viajes más importantes no necesitan de ir muy lejos. Ir a un museo y viajar a través de los pensamientos ajenos es simplemente extraordinario. Te recarga la pila y te muestra mundos que simplemente pudieron no haber aparecido en tus coordenadas. Entrar en los pensamientos de otros es un modo de descubrir las propias obsesiones y las motivaciones ocultas. Los pensamientos ajenos son monstruos que nos acechan en los sueños y goces perversos se agazapan en los rincones de nuestros cerebros. Permitamos que otros miren nuestros universos.
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