martes, 20 de diciembre de 2011

Isla del perro


Es cierto, el hombre no es una isla.  Muchas veces nos aislamos como método de defensa, el peligro es que se vuelva demasiado cómodo, o mejor dicho: más seguro no invertir el corazón para no perder.  Pasa con las personas y los afectos en general.  En mi caso puedo compartirles que padezco de un severísimo caso de "Corazón de Pollo".  Me explico:  me encantan los perros, pero por una u otra razón (y en su mayoría por el bien del hipotético can) me he abstenido de conseguir uno.  Más adelante tal vez, cuando las circunstancias inmobiliarias me lo permitan, me haré de la compañía de un canino de buen tamaño que me acompañe en mis aventuras.  Pronto, tal vez...

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