miércoles, 8 de junio de 2011

A tiro de piedra




Al cambiar de residencia dejé atrás algunas cosas que me gustaban: tener CUALQUIER antojo a corta distancia es un privilegio que como citadino no se aprecia del todo.  Hay privilegios que verdaderamente extraño, como ir a comer con mis amigos amados a la menor provocación; sin embargo me reconforta pensar que si bien dejé esos y otros placeres atrás en la ciudad, he obtenido otros que son verdaderamente invaluables, como lo es poder cortar un mango del árbol  que lo vio nacer justo a un lado de nuestra casa...

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